El significado de este refrán popular es que, por lo general, el carácter y las costumbres se transmiten de padres a hijos. ¿Nuestra conducta, carácter, errores y aciertos están condicionados por la herencia?
Por Diego Pasjalidis (@diegopasjalidis), experto en estrategias e innovación. Fundador de inspirativa.com
Cierta vez fui convocado por un Head Hunter. En esa oportunidad, más allá de las preguntas de rigor tendientes a evaluar mi perfil para cubrir una vacante, el profesional me hizo una pregunta que me ha resonado siempre: “¿Quién es Diego Pasjalidis?”
Recuerdo ese momento como si fuera hoy. Durante unos segundos lo miré sin contestarle nada. Luego, mi cerebro empezó a tratar de armar una oración para satisfacer la demanda de mi entrevistador. No recuerdo exactamente lo que dije, pero me salieron una serie de valores/atributos como fidelidad, responsabilidad, rebeldía, curiosidad, terquedad… Algunos eran buenos y otros no tanto, pero esa diarrea verbal era incontenible.
La entrevista terminó muy bien. Aunque no cubrí la vacante, me convocaron en el futuro para otras posibilidades (una de las cuales tomé hace unos años). Pero lo más importante fue el disparador, la pregunta: ¿Quién soy realmente?
Repasando los atributos y valores que yo observo, que mis amigos, familiares, alumnos, clientes y proveedores observan, noto que lo que soy es la suma de otros, y no resultado de una herencia genética, como indica el refrán “de tal palo, tal astilla”.
Soy de mi padre: creativo, honesto. Soy de mi primer jefe: diplomático, comunicador, paciente. Soy de mi último jefe: exigente, responsable. Soy de mi amigo de la infancia: orgulloso y competitivo. Soy de mi abuelo: cascarrabias y un poco terco… Soy muchos en mí mismo.
Al final no soy nadie o soy todos. O, tal vez, eso haga que sea yo mismo.
Todos tenemos un ADN emprendedor, empresario, o de líder que se ha logrado por el conocimiento y la experiencia, por los errores y aciertos propios pero – fundamentalmente – por los errores y aciertos de quienes no rodean.
Si me pongo a pensar en que cada uno de los que aportaron a mi ADN, también cuentan con un ADN formado por otros, en definitiva, todos tenemos algo de todos y una de las mejores cosas que podemos hacer es dar paz, conocimiento, asistencia y servicio.
Leyendo el libro “La guita se hace laburando” (Manuel Sbdar, La Materia contenidos http://laguitasehacelaburando.com/ ) encuentro un capítulo titulado “¿Pobres para siempre?”. Allí se habla que, en Latinoamérica, es menos común que en otras partes del mundo que los pobres se casen o relaciones con gente de un nivel social más elevado, a diferencia de lo que nos muestran las telenovelas.
“De tal palo, tal astilla” se cumple, si y solo sí (como las ecuaciones matemáticas) si la única influencia, experiencia y vivencia que experimentamos surge de una sola fuente. Pero, lo cierto, es que no estamos solos. Y, por ello, somos la suma de otros conocimientos y experiencias.
¿Cuántos hijos de empresarios son pésimos administradores? ¿Cuántos hijos de padres humildes han sido grandes emprendedores? Revisen la historia, se sorprenderán.
Si “de tal palo, tal astilla” fuera real, mi comportamiento sería igual a de todos ustedes, porque todos somos astillas de un mismo ser inicial: el primer humano.
Un ejercicio para ver de cuantos palos son astilla
Les propongo que realicen una lista con los valores o atributos que ustedes creen tener. Luego, pidan a sus colegas, amigos, pareja, hijos, clientes y/o proveedores que hagan una con lo que ellos creen de ustedes (si es anónima, mejor, así son sinceros).
Tendrán en sus manos una perspectiva completa que los define, desde diferentes puntos de vista.
El siguiente paso es preguntarse ¿de quién creen que han aprendido cada valor? o ¿quién me ha marcado en para tener esta conducta o carácter? En definitiva, ¿soy astilla de un palo, o soy un individuo realmente diferente e independiente?
A medida que nos rodeamos de gente diferente, no solo creceremos como individuos, sino que podremos ser más creativos y desarrollar mejores negocios.
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