A veces, nos sentimos perdidos, desconectados con nosotros mismos y llegamos a pensar que las cosas buenas sólo le pasan a otros y terminamos haciendo lo mismo una y otra vez, la misma vida por años, las mismas relaciones, las mismas charlas, el mismo círculo, la costumbre ya propia de criticar y meterse en la vida de los demás, con altas, bajas y pareciera que nada milagroso ocurre en nuestra vida…
Por Oscar H. Canorio (@ocanorio) – experto en Asesoría Laboral, Fundador de www.olagroup.com.ar, para inspirativa.com
¿Cuántos de nosotros caemos en la trampa de pasar la mayor parte de nuestra vida haciendo lo mismo día tras día? ¿Qué nos impide sentirnos realizados? Esto es algo que he venido escuchando, y que aún yo me he planteado. Muchos, ya no queremos regresar a la «normalidad», o a la vida de siempre, queremos mejorar nuestras condiciones de vida tanto físicas como espirituales y, para eso, más que promesas de fin de año, o grandes juramentos debemos darnos cuenta que necesitamos salir de nuestra zona de confort.
¿Qué es la zona de confort?
La zona de confort se construye con varios factores: nuestros hábitos, rutinas, conocimientos, habilidades, actitudes y comportamientos, todo lo que es conocido para nosotros y a lo que estamos acostumbrados.
Aunque la zona de confort es criticada por muchos autores, debemos agregar un factor tan o más importante que el confort: la felicidad.
Si somos felices con lo que hacemos en nuestra zona de comodidad ¿por qué deberíamos juzgar nuestra situación u obligarnos a salir de allí?
De hecho, debemos considerar que podemos encontrar cuatro espacios para nuestro desarrollo personal o profesional
El área 1 muestra la zona de confort positivo, es decir, aquella situación que – aunque pueda parecer rutinaria – nos sentimos plenos y felices. No importa lo que hagamos, somos felices haciéndolo y disfrutamos el momento.
El área 2 es la zona de confort negativo, en donde nos sentimos seguros, pero no disfrutamos de esa situación. Podemos mostrarnos con actitudes y comentarios que expresan resignación, conformismo, con frases como “es lo que hay” u “otra no me queda”. El stress se acumula con el paso del tiempo, y si no buscamos la forma de salir de allí (o de complementar nuestra vida con actividades que nos llenen de felicidad) podremos llegar, incluso, a pasar al área 4.
En el área 3 encontramos aquellas actividades que son diferentes día a día, propia de los cuentapropistas o aventureros que encuentran la felicidad en asumir nuevos desafíos y/o de contribuir con otros. El stress en esta área está asociado a la adrenalina de afrontar lo nuevo.
Finalmente, el área 4 es la que debemos evitar: la conjunción de incomodidad e insatisfacción nos puede llevar a malestares muy fuertes, en donde el miedo y el enojo se combinan en un coctel que puede llevarnos la depresión y/o a enfermedades muy importantes.
“Salir del área de confort” es un cliché utilizado por muchos, y que se orienta a buscar nuevas propuesta de valor para los negocios. Pero hoy, las nuevas generaciones se motivan en base al placer que le genera su actividad y en la contribución social que esta le permite. En este caso, estamos hablando claramente de las áreas 1 y 3.
Saliendo de la zona de confort 1 y 2
Aquellos que han transitado por las zonas de confort 1 y 2, y deseen salir a probar nuevos desafíos, buscarán desarrollar conocimientos, habilidades y experiencias en el área 3, es decir, en busca de algo que los apasione y los haga felices.
Uno de los motivos por los cuales no se suele salir de la zona de confort es por el miedo a no poder volver a ella, lo cual no es cierto ya que su zona de confort siempre permanece ahí, de hecho, pueden incluso aumentarla.
Por eso, lo que realmente ocurre es que al salir se extiende su zona de confort y aprendizaje. No se trata de un cambio en el que pierden lo que ya tenían sino que es un proceso de desarrollo personal en el cual añaden conocimientos, habilidades, y experiencias.
Para poder avanzar en este cambio, vuestra motivación debe vencer a sus miedos. Miedo al que dirán, miedo a fallar y miedo al ridículo o vergüenza. Cuando sean capaces de modificar sus miedos crecerá su autoestima, necesaria para una nueva visión de la realidad.
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