Una acción de marketing que genera intereses encontrados entre los consumidores de todo el mundo
Por Diego Pasjalidis (@diegopasjalidis) – experto en estrategias e innovación, fundador de inspirativa.org
Que Coca Cola es una de las marcas, sino la más importante del mundo, nadie lo discute. En cualquier lugar sabemos reconocer su etiqueta, botella, sabor, y lo que su nombre representa en nuestras vidas y sentimientos.
Hemos visto como la empresa ha sabido sostener y ajustarse a los nuevos requerimientos de los consumidores: productos sin azúcar, variedad de sabores, tamaños, e incesantes pruebas y lanzamientos para mantenerse vigentes en un mundo con cada vez más oferta de aguas saborizadas, porque – en definitiva – Coca Cola es eso: un líquido con sabor.
Personalizar lo masivo
Cuando las nuevas tendencias apuntan hacia la personalización, hacia el contacto “uno a uno”, ¿qué puede hacer un producto masivo para no desaprovechar la oportunidad o, en su defecto, para que la misma se convierta en amenaza?
Lo que hoy vemos en la campaña es un “placebo de personalización”. Con esto no me refiero a la mentira o engaño sino, por el contrario, a generar el efecto “personalización” en nosotros con algo que no necesariamente lo es, como si fuera el efecto ante un placebo medicinal que nos hace sentir bien por creer que es un medicamento.
Ver nuestro nombre, apellido, o nuestro rol en la familia nos hace sentir bien. Beber de una taza que dice “Jefe”, “Papá” o nuestro nombre nos genera un sentimiento de pertenencia, nos acerca al producto.
Y eso es lo que, nada más y nada menos, hizo Coca Cola. Potenciar sentimientos, algo sobre lo que la marca viene trabajando siempre en todos sus productos.
Visiones encontradas
Así como muchos tildan de “superficial” la campaña, muchos otros la toman como algo novedoso, incluso, buscando entre las botellas su nombre.
Cada vez que desarrollamos una acción de marketing, debemos pensar en lo bueno o malo que esta puede tener. En este caso, y más allá de algunos comentarios que buscan juzgar el comportamiento de “esas señoras que van al supermercado a pedir que el empleado encuentre su nombre entre cientos de productos”, lo peor que puede ocurrir es que no pase nada. Es decir, nadie que quiere una Coca va a dejar de comprarla porque diga “González” en su etiqueta.
Por su parte, los efectos positivos de la campaña son la novedad y reconocimiento, lo que hace que reaccionemos con nuestros comentarios, mensajes y artículos como este; y un potencial de nuevos consumidores, que eventualmente no consumirían el producto en un determinado momento, pero que se vuelcan a comprarlo “por impulso” solo por ver su nombre escrito allí
Inspirados por Coca Cola
Más allá de estas u otras interpretaciones, la oportunidad que nos permite esta experiencia es permitirnos plantear en los productos o servicios que ofrecemos, ¿cuán personalizados somos?
Incluso para aquellos profesionales que buscan empleo, enviando una y otra vez un mismo curriculum o resumé sin antes preguntarse ¿de qué forma puedo hacer sentir a mi “cliente” que soy el “producto” para él?
Antes, los productos masivos basaban su estrategia en grandes presupuestos, desarrollo de mercados y eficiencia en costos.
Hoy, con el avance de las comunicaciones y un consumidor más selecto e informado, el mercado no se comporta como una “gran masa” sino como la suma de “pequeños segmentos” para los cuales existe mucha oferta contra la que el producto masivo debe competir.
El por qué y para qué Coca Cola personaliza sus botellas es simple: supervivencia.
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