Hoy el mundo mira con asombro y entusiasmo el surgimiento de un nuevo líder global. Quien hace pocos meses era un desconocido para millones, hoy traza un nuevo rumbo en el camino de la Iglesia Católica. Pero, ¿cómo logra este hombre en pocas semanas revertir una imagen defensiva de la Iglesia en una imagen expansiva?
Por Bernardo Bárcena (@Ber_Barcena), escritor, conferencista y docente de Liderazgo, Comunicación, Negociación y Coaching (*), para INSPIRATIVA.COM
Luego de una intensa investigación he identificado ocho cualidades que convierten al Papa Francisco en un gran líder. Estas cualidades están presentes en su carisma, en sus gestos, en sus discursos, en sus actitudes y en las decisiones que ha venido tomando hasta hoy.
O, tal vez, sea al revés: el nuevo líder de hoy deberá contar básicamente con ocho cualidades, y todas ellas están presentes en un hombre que las vive con asombrosa naturalidad.
Seguramente por ello se ha convertido con una velocidad asombrosa en un líder global. Quizás hoy en el único.
Es un líder con inteligencia emocional, cualidad clave en los líderes de hoy que consiste en crecer en el conocimiento de uno mismo para lograr el auto-liderazgo. Una vez que se logró avanzar suficientemente en esta área, el líder deberá ser empático y a partir de ahí gestionar las relaciones con los demás.
Un buen líder deberá tener una visión y entusiasmar a otros para que la sigan. Francisco “ve” una Iglesia pobre para los pobres y cada una de sus acciones está alineada con esta visión poderosa.
Francisco es también un líder innovador ya que cuestiona la manera de hacer ciertas cosas y las cambia y adapta. Un líder innovador “sale de la caja” buscando siempre nuevos métodos, estrategias y maneras de relacionarse con los demás.
Es coherente e inspira confianza ya que hace lo que dice y dice lo que piensa. Esta coherencia es la que lo hace confiable. Y la confianza es ni más ni menos que el fundamento del liderazgo.
Sólo elegiríamos seguir a una persona en la cual confiemos.
Indudablemente es un gran comunicador. Pero no únicamente por la fuerza de sus discursos y exhortaciones sino por el poder de sus ejemplos. Una vez escuché la siguiente frase: “El ejemplo no es una manera de educar. Es la única”.
Un líder servicial es aquél que está al servicio de las necesidades genuinas de sus colaboradores. Es un líder que no pretende ser servido sino que se acerca a sus colaboradores para apoyarlos y procurar que quieran, sepan y puedan alcanzar los resultados de la organización. En cada gesto Francisco demuestra seguir las enseñanzas de Jesús, el gran líder servidor de la historia.
Cuántas veces vemos que los jefes hacen referencia a nuestras tareas únicamente en los casos en los que no alcanzamos los resultados deseados. Un líder que sabe reconocer es aquél que destaca un trabajo bien hecho: «Quiero hacerles conocer un sacerdote venido de lejos, que desde hace mucho tiempo trabaja con los niños de la calle, con los que sufren los efectos de la droga, para ellos ha hecho una escuela, ha hecho tantas cosas para hacer conocer a Jesús a todos los niños y niñas de la calle». Papa Francisco al presentar en el Vaticano al sacerdote uruguayo Gonzalo Aemilius
En las organizaciones de hoy conviven entre tres y cuatro generaciones: los Tradicionalistas, los Baby Boomers, la Generación “X” y la Generación “Y”. Muy pronto se sumarán los Z1, los Z2 y los Alfa.
Un líder con empatía generacional deberá adecuarse a los códigos de su interlocutor y adoptar una actitud abierta al aprendizaje. No les explica a los miembros de otras generaciones “cómo son las cosas”, sino que les pregunta cómo las ven y a su vez les expone cómo las ve él.
Solemos quejarnos ante la falta de modelos en la sociedad.
Sin embargo hoy estamos frente al hombre justo en el momento adecuado. Es por eso que los invito a reflexionar sobre cómo podemos aplicar estas ocho claves en nuestro liderazgo diario en empresas, órdenes religiosas, deporte, familia y comunidad.
Y una vez que lo logremos, tal vez no congreguemos 3 millones de personas en la playa de Copacabana, pero seguramente veremos con gran satisfacción algunos cambios positivos en nuestras habilidades de liderazgo y, por consiguiente, en nuestros equipos de trabajo.

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