Una PYME requiere habilidades y conocimientos similares a los de una gran empresa; pero presentan un desafío aún muy superior en lo que a gestión de personas se refiere. Aquí, los errores más comunes cometidos por los N°1 de estas empresas.
Por Daniel Elhelou (@Dani_Elhelou) – Especialista en Coaching Inspirativo, Director de inspirativa.com
Me llama la atención el estilo de liderazgo que tienen algunos dueños de ciertas pequeñas y medianas empresas. En particular, sobre cómo obstaculizan el desarrollo de sus organizaciones y se «complican solos la vida».
Falta de compromiso, altísima rotación, ausencia, malos recuerdos, desconfianza, juicios, stress permanente, enfermedades…son algunas de las consecuencias directas. Tal vez con algún resultado positivo anecdótico, pero –básicamente- terminan siendo empresas que funcionan sin pena ni gloria. ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Para dejarle algo a sus hijos? Yo no logro entenderlo.
Me puse a pensar sobre cuáles eran las causas principales de estos resultados, recordando cosas que veía recurrentemente en estos empresarios.
No pienso que todos tienen taxativamente cada una de estas características, simplemente creo que los diferentes líderes de mi muestra, poseen solo algunas.
Estoy convencido que cuando uno distingue puede gestionar, es por ello que me animo a compartirlas.
De acuerdo a lo que observo cotidianamente con mis propios lentes, los 11 grandes errores más recurrentes del liderazgo en los dueños de las Pequeñas Empresas, son:
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Actuar como si los colaboradores no tuvieran sueños, anhelos o familia.
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Pensar que haber llegado a ser los dueños de la empresa fue solo por mérito propio.
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Querer que la empresa funcione «sola» sin animarse a ofrecer total confianza a nadie.
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Suponer que se otorga confianza al otro, exigiéndole que haga exactamente lo que haría él.
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Priorizar más el habla que la escucha.
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Imaginar que «el mundo» está en contra de ellos. Que su empresa es particular, que tiene cosas que las otras no tienen, que es distinta a todas.
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No detenerse a pensar para hacerse una autocrítica.
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Esperar el compromiso de todos por «la camiseta» de la empresa y no comprometerse primero el con la vida de cada uno de los integrantes de su equipo.
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Olvidar decir perdón y gracias.
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Estar más preocupado por la rentabilidad que por crear un clima de compañerismo, de trabajo, de formación y de disfrute, orientado al desarrollo de las personas.
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Comparar a la empresa con un hijo. Esta, para mí, es tremenda.
Es maravilloso observar los resultados de corto, mediano y largo plazo en aquellas empresas en donde el liderazgo contribuye a mejorar a que el clima de trabajo y la cultura organizacional sean favorables al desarrollo humano y de equipos.
Sinceramente, teniendo la posibilidad de analizar paralelamente gestión de equipos y cuadros de rentabilidad, puedo afirmar que los resultados entre unas y otras empresas ¡son abismales!
Amigos empresarios, tengamos consciencia de que «somos aves de paso», disfrutemos del vuelo de la vida.
Tengamos obsesión para que nuestro vuelo no sea solitario, sino compartido. Sus equipos, la sociedad y su propia rentabilidad se lo agradecerán. Sus hijos también.
Por lo menos así lo veo yo.
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