Para dar soluciones diferentes a los problemas o desafíos de nuestra vida, es necesario pensar diferente. Ya lo decía Albert Einstein: “no podemos solucionar un problema con la misma forma de pensamiento que lo creó”.
Por Diego Pasjalidis (@diegopasjalidis) – experto en Estrategias e Innovación, Fundador de INSPIRATIVA
Muchas veces, un problema o desafío se plantean a partir de una carencia: menos ventas; no me contratan; pierdo clientes; etc. Esto hace que nuestro cerebro note una amenaza y trate de resolverla con ideas de protección, en lugar de ideas constructivas. Y no solo eso, las ideas que nos surgen son muy similares a las que le surgen a otras personas con iguales situaciones.
En los negocios, este tipo de pensamiento (aunque útil en ocasiones) nos genera una situación adicional: si nosotros y nuestra competencia tenemos problemas similares, vamos a resolverlos de forma similar, es decir, antes o después todos terminaremos haciendo más de lo mismo.
Hablar en positivo
Una forma de encontrar nuevas alternativas, en enfocarnos en el aspecto positivo del problema y, para ello, debemos reescribir el desafío.
Si nuestro problema es “pérdida de clientes”, nuestro desafío negativo será “¿qué puedo hacer para no perder clientes?”.
Si transformamos el desafío en positivo, podríamos reescribirlo como – por ejemplo – “¿qué puedo hacer para tener cada vez más clientes?”.
¿Notan la diferencia entre un desafío negativo y uno positivo?
Probablemente ya hayan percibido que las respuestas o ideas que surgen ante desafíos negativos son, más o menos, las mismas a las que estamos acostumbrados, o que ya hemos probado antes. En cambio, las ideas que nacen a partir del desafío positivo tienden a ser nuevas, más frescas y constructivas, que nos permiten desarrollar a otros niveles. Ya no nos enfrentan a algo que nos hace mal, por el contrario, nos estimulan a enfocarnos en aquello que nos hace bien.
Muchas y nuevas ideas, muchas y nuevas preguntas
Una vez que tenemos reescrito nuestro desafío, les propongo escribir 10 alternativas diferentes sobre la misma pregunta, de forma de abrir aún más las posibilidades de encontrar soluciones creativas. En nuestro ejemplo, recordemos, el problema era “pérdida de clientes”, al cual le podemos encontrar 10 preguntas diferentes, construidas de forma positiva, como ser:
“¿qué puedo hacer para tener cada vez más clientes?”
“¿qué puedo hacer para que los clientes se enamoren de mi empresa?”
“¿qué puedo hacer para que los clientes me recomienden fuertemente?”
“¿qué puedo hacer para sorprender a mis clientes?”
“¿qué puedo hacer para que los clientes de la competencia deseen con fervor ser mis clientes?”
“¿con quién puedo asociarme para deleitar a mis clientes?”
“¿qué momentos u oportunidades puedo crear para sorprender a mis clientes?”
“¿qué puedo hacer para que mis ex clientes deseen volver?”
Etc.
Aunque vemos que las preguntas se relacionan, ya que el desafío fue – justamente – escribir variantes al nuevo desafío, la ideas que nos pueden surgir a partir de cada nuevo interrogante pueden ser nuevas, o mejoras a las anteriores, y nos permiten ver y comprender diferentes puntos de vista de una misma situación.
¿Por qué no hacerlo?… o, mejor dicho, ¿qué cosas buenas creen que les puede pasar si lo intentaran?
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