Dicen que al escribir es importante tener un objetivo, pensar en qué queremos generar en el lector. Bueno, mi objetivo para esta lectura es Inspirarlos a que fracasen más.
Por Dario Capdevila (@dacapdevila) – Coach
Honestamente, creo que muchos de ustedes están fracasando un poco, déjenme explicarles que significa para mí fracasar. El fracaso es tener resultados adversos en algo que esperaban lograr.
Muchos de ustedes estarán pensando en el fracaso como algo negativo e, incluso, algunas lo pueden asociar a una experiencia traumática, si esto fuera así. No se pueden perder la sencilla y potente idea provocadora que quiero compartirles: fracasar nos permite aprender de los errores.
De hecho, en este momento estoy «viendo» que leen todo el texto de corrido, sin pausas, ¡felicitaciones! Seguramente, no siempre fue así, ¿no?
Muy probablemente cuando eran niños, les costaba bastante leer de corrido y realizaban varias pausas.
¿Cuántas lecturas nos llevó empezar a leer de corrido?
¿Cuántos errores cometimos en el camino para lograr la fluidez con la que hoy nos manejamos?
Seguramente, para cada uno ustedes, el tiempo fue distinto. Sin embargo, todos compartimos un mismo hecho, y es que nos equivocábamos mientras aprendíamos, cometimos errores y la continuidad hizo que hoy en día lográramos leer como leemos.
Para fracasar es necesario tener un contexto, y a este lo podemos dividir en dos: contextos que fomentan los errores y contextos que castigan errores.
Seguramente, la mayoría de ustedes sepa andar en bicicleta. ¿Recuerdan cómo fue el contexto en el que aprendieron a andar en bicicleta?
Yo recuerdo que andaba desde muy chico en bicicleta, y mi papá me alentaba de forma constante a montarme en ella. En un principio, era muy malo haciendo equilibrio, así que mi principal problema era que me caía para uno de los lados. Recuerdo que fueron muchas las caídas y él siempre estaba ahí alentándome a volver a intentarlo. Este tipo de experiencia es una que transforma un error, o serie de errores, en oportunidad de aprendizaje, luego de varios intentos aprendí a hacer equilibrio y andar sin inconvenientes.
¿Qué hubiese pasado si mi papá hubiese generado otro tipo de contexto? Supongamos que me hubiese dicho: “Si te caes no comes postre”, es probable que, en un principio, al empezar a caerme empezaría a recibir el castigo de no comer postre. Esto, en el tiempo, podría llevarme a pensar que tal vez no valía la pena intentar aprender a andar en bicicleta. Este tipo de contextos, suelen generarse en muchas organizaciones que, en lugar de generar contextos de aprendizaje, generan contextos de castigos.
Imagínense qué pasaría si, en lugar de castigar los errores, los premiáramos, y parte de ese premio sería un nuevo aprendizaje. Seguramente generaríamos un mundo mejor!
Si desean poner en práctica todo lo expresado anteriormente, les comparto una herramienta que consta de 4 pasos:
- ¿Estoy en un contexto que castiga los errores o en un contexto que los fomenta?
(Si están en un contexto que los fomenta, felicitaciones!)
2. ¿En el caso de que estén en un contexto que los castiga, consideran que ese contexto puede cambiar?
(Si responden que NO, ese contexto no puede cambiarse y -para utilizar esta herramienta- deberán pensar en crear otro contexto)
3. Cuando respondieron que SI ¿en qué acciones estaban pensando? Armen una lista.
4. De esas acciones, chequeen:
- ¿Qué necesitan para ponerlo en práctica?
- ¿Cuándo lo harán?
- ¿Necesitan realizar algún pedido a alguien?
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