En un mundo dinámico y con fácil acceso al conocimiento, una de las claves es ser creativo. Sea en el campo profesional como en el de los negocios o emprendimientos, quien no se diferencia corre un mayor riesgo de desaparecer, o – al menos – de no crecer. Pero ¿sabemos evaluar la creatividad de forma adecuada?
Por Diego Pasjalidis. Experto en estrategias e innovación. Autor del libro best seller “Inspiración Extrema”
Cierta vez convocaron a un profesional para realizar un proyecto de innovación en un negocio tradicional y conservador. Tras aceptar este desafío, el profesional fue enviado a realizar – entre otros análisis – un test psicotécnico.
En este estudio, lo primero que le solicitaron hacer fue copiar una serie de dibujos que se exhibían en unas tarjetas “lo mejor que pudiera”. Luego, le hicieron dibujar una persona un día de lluvia, y que escribiera una breve historia sobre dicho personaje.
A continuación le hicieron interpretar una “manchas” con el Test de Rorschach, y finalmente responder qué haría ante determinadas situaciones de trabajo.
Al concluir el estudio, el profesional se retiró de la oficina de la psicóloga experta esperando que todo haya salido de acuerdo a lo esperado.
“De acuerdo a lo esperado”
Nadie duda de la veracidad y utilidad de los test pero – al momento de evaluar la creatividad – ¿es realmente útil considerar estas herramientas para decidir la elección de un candidato?
“De acuerdo a lo esperado” considera una serie de factores que el candidato debe reunir a la hora de ser seleccionado. Por ejemplo, se espera que en un día de lluvia la persona dibuje un individuo con paraguas, ropa, lluvia y algo del entorno circundante. Pero si este test se lo hacemos a un creativo, “un día de lluvia” puede disparar innumerables imágenes, como un arcoíris, flores y aves… sin necesidad de dibujar una ciudad, una persona y un paraguas. Pero, si esto ocurriera, no cumplir con “lo esperado” podría ser un elemento que condicione la contratación de la persona.
Por otra parte, ciertos estudios analizan las “respuestas esperadas” frente a una determinada situación. Por ejemplo, si fueran una persona irascible e intolerante, cómo responderían al interrogante ¿cómo crees que reaccionarías ante un empleado que no hace lo que tiene que hacer o lo hace mal?
¿Responderías realmente “me enojaría”, o elegirías la respuesta del multiple choice que te sugiere “conversaría con él y buscaría de entender el motivo por el cual no hace lo que debe y ayudarlo”?. Desde luego, la mayoría elegiría “la respuesta esperada”, independientemente de lo que luego haga en la realidad.
Viejas herramientas para nuevos desafíos
El test Rorschach fue publicado en 1921. No digo que sea bueno, malo o regular, ya que esta herramienta se complementa con otras y ayuda a entender a grandes rasgos la personalidad. Pero seamos conscientes que en 1921 el mundo era diferente. En primer lugar, no había internet. Y esto no es algo menor, ya que hoy podemos colocar “test de Rorschach” en Google y encontrar las “respuestas esperadas” para pasar con éxito el examen.
Y no solo esto. La dinámica actual de los mercados, el acceso a la tecnología y los cambios de paradigmas, podrían cambiar el sentido y significado establecido para “las manchas”. Si en 1921 encontraran un dibujo de una manzana mordida, hubieran referido a algo asociado al pecado original, a Adán y Eva. Hoy, seguro nombrarían Apple, tecnología, y otras tantas ideas. ¿Qué hubiéramos interpretado del símbolo “@” en 1921? Hoy estamos en el mundo “emoji”, simbólico y visual, por lo que ya no observamos ni interpretamos lo mismo que antes.
Entonces ¿cómo evaluar un perfil creativo?
En principio, podríamos evaluar la creatividad de una persona sugiriendo cantidad y diversidad de ideas ante una pregunta o desafío. Por ejemplo ¿Qué podrías hacer con un vaso plástico?: beber agua, guardar botones, usarlo como juguete para niños, utilizarlo para jugar en la oficina para embocar bollos de papel y definir quien lava las tazas, desarrollar vasos con publicidad, utilizarlos para sembrar plantas, etc.
No solo la cantidad, sino la diferencia entre las ideas nos dan una idea del grado de creatividad en ese campo específico de conocimiento.
Por otra parte tenemos la innovación, que es la creatividad aplicada. Para evaluar estos aspectos debemos inducir al candidato para que haga real y tangible una idea. Por ejemplo ¿cómo podrías convertir esa idea de fabricar vasos publicitarios en un negocio verdadero o en un proyecto que genere interés y se sostenga en el tiempo? En este caso, estaríamos viendo cómo integra la idea en el mercado, en los procesos productivos, en la satisfacción de clientes, etc.
El caso de Albert Einstein: seguramente nadie duda de la capacidad de este genio físico. Pero ¿sabían que – de acuerdo a las herramientas de evaluación “tradicionales” – Albert Einstein no era un genio sino un mediocre en la mayoría de las materias? Aquí les comparto uno de sus boletines de notas.
Seguramente existan juegos, simuladores, y otros elementos para evaluar la creatividad. Pero lo importante es saber que no podemos evaluarla con métodos antiguos o inflexibles, así como no podemos solucionar un problema con la misma forma de pensamiento que los creó.
Es imprescindible que los responsables de recursos humanos o agencias de empleo consideren métodos para atraer, seleccionar e incentivar adecuadamente a personas creativas.
Deja una respuesta