Comenzado el segundo semestre, la reactivación parece seguir esperando recetas mágicas. Ya no se trata solo de controlar las variables del consumo hogareño, sino de estimular el motor del desarrollo productivo.
Por Diego Pasjalidis – Director de Carrera Ingeniería Industrial (UADE), autor de «Inspiración Extrema»
Así como el campo puede ser considerado el combustible de nuestro país, el sector PYME representaría el motor de desarrollo y generación de empleo. Alrededor del 95% de las empresas argentina son PYME, y en su conjunto generan el 45% del empleo. Es por ello que la segunda batería de medidas del Gobierno actual debería estar orientada a este sector fuertemente castigado durante los últimos años por la inflación, la falta de competitividad y la fuerte presión fiscal.
Aunque muchos hablan sobre PYMEs, pocos pueden vivir la realidad que estos empresarios deben enfrentar a diario. Los niveles actuales de inflación atentan contra cualquier medida de eficiencia, posibilidad de proyección y toma de decisión de inversión.
Los planes de Macri para frenar la inflación deberían venir acompañados con medidas inminentes para el sector PYME que permitan impulsar el crecimiento real y sostenible de la economía argentina.
Desarrollo de la capacidad productiva
El sector PYME requiere, para comenzar a hacer girar su motor, políticas relacionadas con el capital de trabajo, mejora de instalaciones y desarrollo de personas.
Capital de trabajo: el impulso inicial requerido para activar este componente debe considerar condiciones especiales para el pago de servicios. Con el fuerte aumento de tarifas, se vuelve imprescindible permitirle al empresario el pago de los servicios públicos con plazos entre 90 y 120 días de forma de poder aplicar este monto al pago de materias primas y proceso productivo. Asimismo, el Estado debería comenzar a regular las compras de las grandes empresas (ej: supermercados) que al contar con un gran poder de negociación respecto al proveedor PYME no solo reducen los márgenes comerciales, sino que extienden los plazos de pagos hasta 180 días (o más) y así financian su negocio a expensas de las pequeñas espaldas de sus proveedores. También las medidas deberían considerar extender y flexibilizar la financiación para que las PYMEs puedan disponer de créditos blandos para el desarrollo de su ciclo productivo, al menos, durante el segundo semestre.
Personas: la falta de personal calificado, los altos costos y la fuerte presión sindical ha hecho que los empresarios PYMEs no contraten personal “hasta ver qué pasa”. Pero debemos ser conscientes de que son ellos los que dirán lo que va a pasar con sus acciones u omisiones, por lo que las políticas deberán considerar aspectos que involucren flexibilidad laboral, incentivos fiscales para la contratación de personal y alianzas entre empresas, Estado y Universidades para la formación de personal, fundamentalmente en áreas técnicas.
Instalaciones: plantas, máquinas y equipos son el tercer componente para el desarrollo del sector. No solo el fomento de créditos para la compra o renovación de infraestructura es necesario, sino también es imprescindible la incorporación de modelos y métodos para el incremento de la eficiencia y el desarrollo de la innovación. Aunque el empresario PYME es por naturaleza y supervivencia busca la eficiencia, sus acciones poseen un techo natural dado por su capacidad individual, desconociendo alternativas relacionadas con la mejora de procesos, desarrollo de nuevos productos o insumos, y estratégicas de cooperación, diversificación, integración y/o complementación con otros negocios o sectores.
El modelo que Argentina necesita para este nuevo semestre, debe integrar las medidas anti inflacionarias y búsqueda de inversiones externas, con el componente de reactivación del motor PYME ya que, sin él, sería como si tratáramos de ganar una carrera de fórmula 1 cambiando de piloto, consiguiendo sponsors pero con un auto con motor obsoleto.
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