Por Diego Pasjalidis – Director de la carrera de Ingeniería Industrial de Fundación UADE (Universidad Argentina de la Empresa).
Las nuevas tecnologías traen aparejado un cambio en la manera de hacer los negocios. En muchos casos, estas surgen como complemento hasta convertirse en competencia de los actuales negocios y – en muchos casos – logran llevar a la obsolescencia a una serie de productos o servicios. La lista es interminable: medios digitales, portales de compra/venta, aplicaciones gratuitas de comunicación.
Pero la evolución de los negocios va más allá de la evolución de la tecnología, y el food truck es prueba de ello. Resurgiendo como una moda hace una década, estos camiones acondicionados para elaborar y vender comida “al paso” fueron sofisticando su oferta hasta alcanzar recetas más elaboradas y saludables.
Estos vehículos itinerantes trabajan en cualquier lugar donde exista demanda; pero ¿cuál es el impacto que esta nueva especie de modelo de negocios tiene en el mercado gastronómico?
LA AMENAZA A LOS RESTAURANTES
Mientras que un restaurante está condicionado por la demanda eventual proporcionada por transeúntes o su esfuerzo de difusión, el food truck sale en busca de los clientes pudiendo elegir zona, día y hora, y cerrar en momentos de baja demanda, algo que un puesto fijo no permite.
Además de esto, el restaurante debe hacer frente a altos costos fijos mensuales (alquiler, personal, etc.) mientras que la alternativa móvil puede darse el lujo de prescindir de gran parte de la infraestructura comercial que demanda un establecimiento comercial: mantenimiento, servicios sanitarios, e incluso la disposición de residuos no serán parte de los costos que deba asumir un camión de comidas.
Aunque desde el punto de vista turístico o atractivo gastronómico puede resultar de interés para los consumidores, el impacto que estos camiones tendrán en la economía podría afectar el valor de algunas zonas comerciales, impactar en el índice de desempleo del sector y fomentar el comercio informal.
Si bien estos emprendedores “móviles” justifican su existencia como una oferta diferente que no compite con los puntos tradicionales, lo cierto es que lo que define la competencia no está dado por un producto idéntico ofrecido, sino por una misma necesidad satisfecha.
Mientras el movimiento a nivel mundial sigue avanzando con diversa suerte, al igual que el caso de UBER, sigue generando el descontento de los actuales comerciantes. Aunque el caso de UBER sigue siendo conflictivo, lo cierto que no es la aplicación lo que está en discusión sino que quien compite con los taxistas y remises son conductores particulares que lo hacen de forma desleal. En el caso de los food trucks estamos ante algo peor que UBER desde el punto de vista del impacto en la estructura del sector, en la distribución de costos, entre establecerse, invertir, comprometerse y mantener un negocio en un sitio, versus al oportunismo comercial de elegir dónde estar, qué ofrecer, y con menores compromisos: si no hay demanda, cerramos.
Los cambios son inminentes, pero requieren regulación Estatal y control de la lealtad comercial para poder sostener el bienestar integral de una economía.
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