Malas noticias: tu idea solo vale 10 centavos

Por Diego Pasjalidis (@diegopasjalidis) – experto en estrategias e innovación, conferencista, autor del libro «Inspiración extrema».

Imaginen que tienen un vaso con agua ¿Cuál es su valor?: ¿muy poco? ¿Algo? ¿Mucho?… mientras reflexionamos sobre ese ejercicio, probablemente, comenzamos a relativizar el concepto de “valor” en función al entorno o necesidad que satisface ese vaso con agua: no es lo mismo el valor de ese vaso en el medio del desierto, que en este momento sobre su mesa. Y entre estos extremos podemos encontrar una gran gama de posibilidades. Lo mismo ocurre con las ideas.

De hecho, una idea es conceptualmente algo intangible y que no genera valor por sí misma. Además, es muy probable que así como una idea aparece en nuestras mentes aparece, a la vez, en otras mentes alrededor del mundo. Un estímulo que nos inspira a generar ideas pueden ser los problemas, escuchar noticias, conocer productos de otros países, preguntarnos cómo podríamos crear nuevas oportunidades… pero esto no es algo exclusivo de nosotros, sino que hay otros escuchando las mismas noticias, teniendo problemas similares, por lo que es de esperarse que de entre los millones de personas en esta situación no seamos los únicos en esbozar una misma idea. ¿Saben cuántos hemos tenido la idea de un “Facebook” antes de que haya surgido la red social?

En efecto, una idea no vale más de 10 centavos porque no es la idea la que genera un beneficio (económico, social o ambiental) sino que es la implementación de la misma la que genera valor. La idea nos habla de una promesa, de un potencial, y como tal solo podemos asignarle una “propina conceptual” por el hecho de haberla gestado.

Pero esa idea convertida en un producto, en un modelo, llevada a la práctica y ya en proceso de generar valor deja de ser una idea de 10 centavos para convertirse en un emprendimiento cuyo valor estará dado por los beneficios que genera, pudiendo valer millones (de dólares, de sonrisas, de ahorros, etc.).

La idea es como el alma para el ser humano, pero es el cuerpo es el que realiza las acciones por las cuales se construye valor. Por más que pensemos o hablemos mucho, el cambio se produce al hacer.

En definitiva, el valor se gesta con la idea pero se manifiesta con el hacer. Incluso una idea mediocre (si es que puede ser evaluada de esta forma), pero implementada con un buen modelo de negocios puede convertirse en un éxito.

Por suerte tenemos abundancia de ideas pero escasez de acciones. Si pudiéramos dar vuelta la estadística que indica que de cada 10 ideas que gestamos solo 1 se convierten en algo que genera valor, podríamos generar grandes cambios y grande beneficios.

 


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