Aunque nos aconsejan cuidarnos y “desintoxicarnos”, lo cierto es que tras las Fiestas desayunamos, almorzamos y cenamos lo que nos ha sobrado durante días. ¿Por qué sobra tanto?
Por Diego Pasjalidis, autor de «Inspiración Extrema». Experto en estrategias e innovación. (nota original publicada en Clarín)
Aunque nos aconsejan cuidarnos y “desintoxicarnos”, lo cierto es que tras las Fiestas desayunamos, almorzamos y cenamos lo que nos ha sobrado durante días. ¿Por qué sobra tanto? Aunque cueste creerlo, se trata de un tema de Ingeniería.
Cuando se reciben invitados en celebraciones como Navidad o Año Nuevo ofrecemos una diversidad de alimentos no tradicionalmente consumidos durante otras épocas del año: desde una picada, vitel toné, tomates rellenos, lechón, pavita, pan dulce, turrones, etc. Cuanto más diversos sean los platos preparados que ofrezcamos, mayor será el desperdicio que tengamos, pudiendo sobrar hasta un 40% de los alimentos. Si a esto le sumamos la conciencia de consumirlos antes que tirarlos, nos aseguraremos una semana de continua ingesta en exceso calórica.
Si se supiera lo que cada uno va a consumir, en cantidad y variedad, todo se resolvería con cierta planificación para evitar que se desperdicien sobrantes de comida.
Sucede que no sabemos qué ni cuánto van a comer de cada cosa nuestros invitados. Por esto estimamos “a ojo” la cantidad preparar, más un margen de seguridad. Esto hace que se arme un stock de seguridad para que todos tengan la posibilidad de probar un poco de cada cosa. Sin embargo, esto no ocurre, ya que hay platos que desaparecen enseguida y otros que nos tomará días terminar de consumirlos (como la ensalada de repollitos de Bruselas y pasas de uva que trae la tía Irma).
Cuando tenemos la incertidumbre del qué y el cuánto ofrecer estamos obligados a sobre stockear alimentos para que nadie se quede sin probar. La solución nos la brinda la Ingeniería: consiste en una programación de la demanda de acuerdo a indicadores típicos de consumo y/o mediante pedidos anticipados para planificar la producción. Pero, si bien es algo que solucionaría el problema, ¿quién se pondrá a cocinar de acuerdo a varios pedidos diferentes?
La pizza es un producto que puede ayudarnos a encontrar la solución a nuestro problema: la base y los ingredientes.
La base de cualquier pizza es similar, lo que hace la diferencia es la personalización. Así, podemos contar con un stock de productos que pueden servir para cualquier pizza sin tener que planificar sobre-stocks por cada una de las variantes de la misma, ya que la personalización ocurre al final del proceso.
Reflexionemos: si todos comiéramos lo mismo durante la cena de Año Nuevo, ¿sería tan difícil la programación y sobraría tanta comida al final? La respuesta es no, debido a que podríamos estimar con mejor certeza las cantidades por persona.
Una cena preparada desde la ingeniería buscará optimizar los costos, los tiempos, y evitar tantos sobrantes considerando unos pocos productos básicos y un puñado de ingredientes de personalización.
Si pensamos en una pavita como base de la cena, se podría ofrecer milanesa de pavita para los niños; pavita con ensalada rusa para los adultos, y otras tantas combinaciones posibles.
Lo mismo ocurre con las ensaladas: si ofreciéramos ensaladas preparadas a cada invitado el sobrante será mucho mayor a que si colocáramos los ingredientes por separado y sin condimentar para que la gente arme su propia ensalada.
Por nuestra salud, bolsillo y eficiencia de tiempos, usemos el ingenio en estas fiestas.
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