En un país con inflación, existen ganadores y perdedores. Algunos se disfrazan de perdedores, y otros creen ganar… hasta que quiebran. Y el quid de la cuestión se enmarca en una palabrita que todos nombran y pocos tienen conciencia sobre cómo les impacta: finanzas.
Por Diego Pasjalidis (@diegopasjalidis) – Director de la Carrera Ingeniería Industrial y la Lic en Gestión Ambiental de UADE. Experto en Estrategias & Innovación, Fundador de INSPIRATIVA y autor de Inspiración Extrema.
Si no comprendemos la forma en la que se agrega valor, difícilmente podremos tomar mejores decisiones.
En un almacén tradicional de barrio, el emprendedor compra productos al proveedor, los almacena y los vende. Al ser el aspecto financiero algo tenido en cuenta, pero que no todos saben calcular, es común que en muchos rubros se compre a $1 y se venda a $2, y dentro de ese margen se engloba todas las variables económicas y financieras del negocio. A final de mes, cada uno sabe si ha ganado o perdido al sumar y restar en la gran bolsa de gatos de números.
Las cadenas de supermercados cuentan con grandes ventajas que debemos conocer:
a. Compra en volumen: al comprar en grandes cantidades, el poder de negociación es muy superior al de los comercios tradicionales. Poder que se evidencia en grandes descuentos de precio, condiciones de entrega y plazos de pago.
b. Almacenamiento sin costo: la mayoría de los productos que se encuentran en los supermercados no han sido comprados. Los proveedores los entregan en consignación, llenando las góndolas e incluso pagando lugares preferenciales de exhibición para que su producto sea elegido y comprado. La mercadería es de los proveedores, por lo que si algo se rompe o llega a su vencimiento, es problema de ellos.
c. Pago a plazo: recién al pasar el producto por la caja se imputa el ingreso de la venta al supermercado (cobra el producto) y empieza a contar el plazo para pagarle al proveedor que – hasta el momento ha reducido sus precios, entregado sus producto sin cargo para ser exhibidos, y no ha cobrado un centavo. De hecho, no cobrará ese centavo hasta 120 o 200 días después de haber sido vendido, sino más.
d. Publicidad: para incrementar las ventas, las cadenas de supermercados estudian el comportamiento de compra y desarrollan promociones a las que suman, con más o menos interés, a varios de sus proveedores. Muchas de las promociones realizadas se pagan con el aporte de sus proveedores.
Podemos incluir otros aspectos como la presión para el desarrollo de “marcas propias” (marcas blancas), los beneficios por el uso de su gran caja para financiar tarjetas de financiación propias, seguros, etc.
Efecto financiero
Los supermercados no solo ganan por el margen entre compra y venta, eso es lo de menos. Ellos ganan por el efecto financiero: ¿cuantos de nosotros podemos cobrar dinero por haber entregado algo que no vamos a pagar por unos 6 meses?
Sí, es así: las cadenas reciben millones de pesos por ventas todos los días, que terminan pagando a más de 6 meses de haber recibido la mercadería. Es decir, tienen 6 meses para utilizar ese dinero sin ningún costo, y la mayoría de las empresas lo utilizan para desarrollar inversiones o potenciar sus negocios financieros.
Caso extremo: imaginen que les doy mi auto para que lo vendan. Pido $100.000 y ustedes, como son mis amigos, se ofrecen a venderlo sin ganar un centavo. Eso sí: acuerdan pagarme a 6 meses desde que se lo entregué.
Les entrego el auto por un mes, y lo logran vender. Uds se hacen de esos $100.000 durante 6 meses. Imaginen lo que pueden hacer con eso: comprar y vender autos (con mi dinero!), colocar el dinero a plazo fijo y llevarse los intereses (con mi dinero!), etc. Luego, me devuelven mis $100.000 y uds se quedan con los frutos de haber manejado ese dinero.
Ahora imaginen que ese circuito es permanente, que han logrado muchos amigos que se interesaron por el negocio y les deja el auto en exhibición: tendrán un gran capital para hacer negocios durante 6 meses, que se irá acumulando mes a mes.
Así trabajan los supermercados. Incluso, hasta el punto que pueden comprar y vender al mismo precio al que el proveedor se los ofrece, ya que las ganancias financieras (y más en un esquema de inflación) son abismales, además de existir un efecto “bola de nieve”: los intereses que ganaron con los primeros 6 meses, los vuelven a invertir y ganan interese sobre intereses a los siguientes 6 meses.
El Estado como regulador
El negocio de las grandes superficies debe estar más regulado, no solo en lo relacionado a posición dominante, sino también a la construcción del precio de sus productos.
Incluso, al ser un negocio en donde los márgenes económicos pasan a un segundo plano, el Estado podría agrupar cooperativas, productores (símil a los mercados centrales) y crear un supermercado nacional, en donde se vende al mismo precio al que se compra, y en donde se paga a la mitad de plazo en que lo hacen las grandes cadenas.
Tal vez puede equivocarme en algún porcentaje, pero los precios al consumidor podrán reducirse a más de la mitad en un supermercado “Nac & Pop”… ¿buena medida para reducir la inflación a la mitad, no? ¿No sería una buena forma de fomentar el trabajo cooperativo y los micro emprendedores?
Otros sectores
El negocio detrás del negocio ocurre en otros sectores, en donde la excusa del negocio parece ser otra: por ejemplo, cadenas de electrodomésticos, empresas de servicios públicos, además – claro – de entidades financieras tradicionales.
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